¿Radiaciones terrestres?
Son las procedentes de venas
subterráneas de agua, fallas geológicas, grietas, subsuelos graníticos, campos
geomagnéticos… Y las artificiales: tuberías, tendidos eléctricos…
¿Todo eso influye en mi organismo?
¡Por supuesto! Y más
intensamente en niños y personas hipersensibles.
¿De qué clase de influencia se trata?
De ionizaciones, alteraciones
del bioelectromagnetismo natural de nuestras células.
¿Bioelectromagnetismo?
Las células intercambian cargas
eléctricas. El flujo de electrones hace que tu cuerpo tenga magnetismo. Igual
que el planeta Tierra, que es un gran electroimán.
Con sus dos polos, norte y sur.
El magnetismo terrestre nos
influye, sobre todo en las horas del sueño. Atentos: dormir con el cuerpo
alineado con el magnetismo terrestre favorece el descanso. Cabeza orientada
hacia el norte, pies hacia el sur: es la orientación más relajante,
¡descansarás mejor!
¿Y si duermo en otras orientaciones?
Dormir con la cabeza hacia el
este favorece un despertar revitalizado.
¿Y con la cabeza hacia el sur?
Despertarás tenso, nervioso.
¿Y hacia el oeste?
Debilita, desvitaliza, deprime.
Lo saludable: situar la cabecera entre el norte y el este.
¿Tiene argumentos científicos?
Las células son como pequeñas
brújulas y se repolarizan y reparan: facilitar el proceso refuerza tu salud.
¡Tu dormitorio es la verdadera cámara de tu salud! No la perturbes.
¿Y qué es lo más perturbador?
Luces (la oscuridad activa la
melatonina, hormona activadora de la reparación celular) temperatura alta,
ruidos… y campos electromagnéticos (naturales o artificiales): inhiben la
producción de melatonina.
¿Qué campos son naturales?
Las corrientes de agua subterránea:
las moléculas del agua en movimiento, en fricción con el subsuelo, generan un
campo electromagnético. Dormir sobre ese punto geopatógeno perturba tu
regeneración celular.
¿Hasta qué extremo?
Hasta enfermar. ¡Cualquier
radiación electromagnética intensa inhibe la glándula pineal y deja de segregar
melatonina! Y eso ocho horas por noche, noche tras noche, impide a las células
repararse debidamente: padecerás dolores de cabeza, dolencias articulares,
disfunciones orgánicas, depresión del sistema inmunitario… A largo plazo, eso
puede derivar en patologías neurodegenerativas, leucemias, tumores…
¡Que puntos son geopatógenos!
Esos en que se superpone una
falla terrestre, una vena de agua y una línea Hartmann (corrientes
electromagnéticas que recorren toda la superficie terrestre, en retícula).
¿Cómo detectar esos puntos?
Los zahoríes ( radiesresia)lo
hacían con varas de avellano , péndulos y varillas. Y hay poderosas
perturbaciones que son muy obvias, las artificiales: ¡evítalas!
¿Cuáles?
Torres de alta tensión,
transformadores, cables eléctricos, electrodomésticos conectados a la red
eléctrica, radiaciones de alta frecuencia, de telefonía móvil, inalámbricas…
¡Evita eso en tus noches o enfermarás!
Tengo un despertador eléctrico?
Cámbialo por uno de pilas, o
aléjalo de tu cuerpo. Los cables eléctricos, lo más lejos posible de tu cabeza.
Tengo una tele a los pies de la cama?
Si es de pantalla plana, irradia
poco. En cambio, un televisor de tubo catódico emite radiación ¡hasta cuatro
metros! Sobre todo hacia atrás, y atravesando muros. Una vez detectó que el
malestar de una persona provenía del trasero del televisor de su vecino…
¿Y qué hago con mi teléfono móvil?
¡Fuera del dormitorio, por supuesto!
Sus microondas agitan tus células. Hoy sabemos que hablar con el móvil pegado
al cráneo durante más de diez años… ¡duplica las posibilidades de desarrollar
un tumor cerebral!
Pues yo llevo así algo más de
diez años. Y, por trabajo, ¡necesito seguir usándolo!
Bien: aleja el móvil de tu
cabeza. A más distancia, menos la irradiarás. Es fácil: ¡usa unos auriculares
manos libres ambulantes!
En cuanto salga de aquí. ¿Qué otras perturbaciones debo evitar?
Nuestros hogares son nidos de
contaminación electromagnética y química. Deja que entre luz solar y aire, usa
mobiliario de madera, usa pinturas ecológicas y la utilización de dispersadores
de electromagnetismo, como son los ORGONES.
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